Cómo Convertir Cada Evento En Un Regalo Y Oportunidad

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Una vieja fábula china cuenta la historia de un granjero y su familia que vivían en una aldea remota. Una de sus posesiones más valiosas era un semental que amaba mucho. Un día, el campesino ingresó al semental en una competencia de la aldea y ganó el primer premio. Todos sus vecinos vinieron a felicitarlo. El granjero, impasible, les dijo ‘¿Quién sabe qué es bueno y qué es malo?’

La semana siguiente, después de que todo el mundo en los alrededores escuchara la noticia del premio, los ladrones robaron el hermoso y preciado semental del granjero. Los vecinos vinieron para que él supiera lo apenados que estaban por su pérdida. Una vez más, el granjero les dijo ‘¿Quién sabe qué es bueno y qué es malo?’

Unos días más tarde, el semental escapó del establo de los ladrones y regresó a la granja de su dueño trayendo consigo algunas yeguas que encontró en su camino. Los vecinos regresaron felices a celebrar la buena fortuna del granjero. Una vez más, les dijo ‘¿Quién sabe qué es bueno y qué es malo?’

Unas semanas después, el hijo del granjero se fracturó la pierna cuando una de las yeguas lo arrojó al suelo cuando intentaba domesticarla. Los vecinos volvieron a compadecer al labrador, y él les recordó ‘¿Quién sabe qué es bueno y qué es malo?’

La semana siguiente, el Ejército Imperial marchaba a través de la aldea, reclutando a todos los jóvenes elegibles para la guerra que acaba de estallar. El hijo del viejo campesino se salvó debido a su pierna rota. Los vecinos ya no se molestaron en venir a felicitarlo. A estas alturas ya sabían cuál sería su respuesta: ‘¿Quién sabe qué es bueno y qué es malo?’

“Cada adversidad, cada falla, cada angustia lleva consigo la semilla de un beneficio igual o mayor.” Napoleón Hill, autor estadounidense

Cada día elegimos cómo enfrentamos cada evento de vida – con ira, miedo, estrés, escasez, o con alegría, abundancia, valor. Todos/as tenemos un lobo bueno y un lobo malo en constante batalla. Quién ganará depende de cuál alimentamos.

Desafortunadamente, nuestro crítico interno, juez o gremlin parece hablar más fuerte que nuestro sabio. Y lo más triste es que creemos a nuestro crítico interno cuando dice ‘No eres lo suficientemente inteligente como para abrir tu propio negocio’, ‘¿Quién crees que eres para aplicar a Harvard?’, o ‘Siempre estarás solo porque no eres lo suficientemente bueno para que alguien te quiera.’ ¿Suena familiar?

Nuestro sabio, por otro lado, es más discreto. Debido a que es tan seguro, no necesita hablar en voz alta, intimidarnos o menospreciarnos.

Entra el sabio

Cada uno/a de nosotros/as tiene un sabio interior, que nos guía con sensatez y nos empodera con ilimitado potencial.

Nuestro sabio representa nuestra parte más profunda y sensata. Se eleva por encima del ruido y el caos, y se resiste a llevarse por el drama y la tensión del momento o a caer en las mentiras del crítico interno.

La perspectiva del sabio es que cada evento en nuestras vidas es una oportunidad (o puede convertirse activamente en una) y una pieza esencial del rompecabezas conectada al próximo evento. No hay juicio de la situación, las otras personas o de nosotros/as mismos/as. ¿No te parece asombroso?

Según los neurocientíficos, el crítico interno y el sabio tienen su propia región del cerebro. El crítico interno habita en partes del cerebro izquierdo, el sistema límbico y el tronco encefálico. El sabio reside en partes del cerebro derecho, la corteza prefrontal y los circuitos de empatía.

El modo predeterminado de nuestro cerebro, la supervivencia, está en el dominio del crítico interno. Así es como sobrevivimos de la infancia a la edad adulta logrando el objetivo principal de la naturaleza que es la propagación de la especie.

La clave es aprender a cambiar de perspectiva de la del crítico interno a la del sabio.

¿Cómo podemos cambiar y acceder a nuestra perspectiva del sabio con más frecuencia?

En su libro Inteligencia Positiva, Shirzad Chamine propone la técnica de los Tres Regalos: plantear al menos tres escenarios en los que una situación supuestamente mala podría convertirse en un regalo u oportunidad.

Por ejemplo, vas a una reunión importante en el trabajo. Saliste de tu casa con tiempo suficiente para llegar a la oficina quince minutos antes de la hora de la cita. En el camino hubo un accidente y la policía cerró todos los carriles. A menos que tu automóvil se transforme en un objeto volador, no llegarás a tiempo. Llamas a un miembro de tu equipo que trabajó en la presentación contigo y le pides que dirija la reunión. Cuando finalmente llegas, tu jefa te llama a su oficina. Estás nerviosa; tu primer pensamiento es que la reunión fue un desastre porque no estabas allí. Para tu sorpresa, tu gerente te felicita por preparar tan bien a tu equipo. Esto fue evidencia de que estás desarrollando líderes en tu grupo y deja caer que una promoción se visualiza en tu futuro cercano, ya que hay otras personas listas para asumir tu puesto.

No importa si la oportunidad se concretará en horas, días o años. Hay eventos en mi vida para los que todavía no he visto el regalo y sé que está ahí para ser revelado a su debido tiempo.

Otra opción es, como Frozen, dejarlo ir y dejar el evento atrás sin arrepentimiento, decepción o angustia. La belleza de esto es que dejar ir es un regalo en sí mismo en la medida que nos alejamos del juicio y nos acercamos a la perspectiva del sabio.

Una cosa más antes de irte

De la misma manera que todos/as tenemos al menos un crítico interior, también tenemos un poderoso sabio. Todos/as nosotros/as, si nos esforzamos por alimentar al lobo bueno y bajamos la voz de nuestro crítico interno a un susurro, tenemos la capacidad de operar desde la perspectiva del sabio.

Las respuestas a todas las preguntas se encuentran en nuestro interior. Sabemos lo que queremos. Sabemos cuál es el siguiente paso para acercarnos a nuestro propósito. Nos escondemos detrás del constante lloriqueo de ‘¡No sé lo que quiero!’ o ‘¡No sé qué hacer!’

Podemos aprender a convocar a nuestro sabio a voluntad cambiando nuestra perspectiva, aumentando nuestra conciencia y alejándonos del juicio. Anticipa cómo transformarás activamente una posible situación ‘mala’ en un regalo, o cómo la dejarás pasar sin arrepentimiento, estrés o miedo.

Acceder a nuestro sabio interior con más frecuencia transforma todos los aspectos de nuestra vida. Ya no comemos por estrés, ira o tristeza, por lo que elegimos alimentos alineados con las necesidades de nuestro cuerpo. Los días caóticos se vuelven cosa del pasado porque podemos concentrarnos en lo que es importante. El ajetreo ya no es un escudo que usamos porque tememos volvernos irrelevantes.

Nuestro sabio nos guía en cada paso del camino. Tomamos acción, o no, con base en el amor, la alegría, la sabiduría. Ganamos confianza. Vemos lo mejor de las personas y, al hacerlo, les reflejamos lo mejor de nosotros/as.

¿Cómo puedes transformar la adversidad en un regalo? Por favor, déjanos saber en los comentarios.

Fuente: Positive Intelligence

Como coach de liderazgo, posibilito que el talento logre metas audaces con altos estándares. Mi misión es empoderar a mujeres poco representadas en la industria financiera en la transición de puestos de liderazgo de nivel medio a superior ejercitando la mente para lograr el máximo rendimiento, paz mental y mejores relaciones.

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