Cómo Equilibrar El Ser Y El Hacer
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Vivimos en una sociedad donde adoramos el hacer y relegamos por completo el ser. Nuestros días están determinados por cuán productivos somos, cuántas cosas de nuestra lista completamos y cuántas horas nos quedamos despiertas/os haciendo algo. La mayoría se siente culpable cuando descansa y se recupera. Después de todo, la ociosidad es la madre de todos los vicios.
Sentimos incomodidad con nuestro ser. Para evitarlo nos escondemos detrás del hacer. ¿Cómo sé eso? Hola, mi nombre es Gertrudis y soy adicta al hacer.
Nos encanta decirle a la gente lo ocupadas/os que estamos. Y a la gente le encanta decirnos ‘sé que estás muy ocupada…’ o ‘he estado tan ocupado últimamente…’ Estar ocupada/o es una insignia de honor. Trabajar en nuestros días libres o durante nuestras vacaciones es tan esperado que viajamos con nuestra computadora portátil de trabajo y revisamos los correos electrónicos durante el tiempo de ‘inactividad’ de nuestras vacaciones.
Siempre pensé que cuanto más larga era la lista de tareas pendientes, mejor. Eso significaba que podría lograr muchas cosas ese día y que no tendría tiempo libre. Sentía una sacudida física de placer cada vez que tachaba algo. Me sentía productiva, que contribuía a la sociedad, que cumplía con mi deber incluso cuando las actividades en la lista no tenían importancia.
Pero como cualquier otro vicio, tiene un alto precio. Mi síndrome del impostor estaba fuera de serie, mis logros provenían de la inseguridad y el deseo de mostrarles a los demás que tenía derecho a estar en ese puesto. ¡Tanta energía desperdiciada! Estaba buscando validación externa y tratando de ser algo o alguien más.
Soy una adicta al hacer en recuperación. No me malinterpreten: me da un inmenso placer tener ‘días productivos’. Y también tomo tiempo para descansar, recuperarme y divertirme. La parte más difícil de mi recuperación ha sido aprender a ser. Da miedo, como ir a una cita a ciegas o conocer a alguien importante para ti por primera vez.
Buscar ese centro entre el ser y el hacer no significa que nos volvamos perezosas/os, que bajemos nuestros estándares en el trabajo y en nuestra vida, o que usemos el ‘ser’ como excusa para no hacer las cosas importantes.
No he dejado de planificar mi semana, mes o año. Defino mis objetivos y lo que quiero para mí. Sigo trabajando en mi carrera, creando y modificando hábitos, o eliminando los que ya no me sirven. Sigo aprendiendo y creciendo cada día.
Entonces, ¿qué es diferente?
1) Dejo que la vida suceda. Hago planes para una cierta línea de tiempo lo mejor que puedo. Por ejemplo, cuando visito a mi familia fuera de la ciudad, compro mi boleto de tren o avión y reservo el hotel con suficiente anticipación para pagar un precio razonable. Como adicta al hacer, antes de mi recuperación, habría planeado cómo sería el día de salida, hasta el punto de dónde y cuándo almorzaría o tomaría un café… ¡con un mes de anticipación! Y Dios no quiera que llegue minutos más tarde de lo previsto… hubiera sido una completa catástrofe, aunque aún hubiese estado a tiempo.
2) Tomo descansos. Después de una hora más o menos de esfuerzo concentrado, hago una pausa de cinco minutos (o diez). Miro por la ventana o hago algo para cuidarme. Durante ese descanso, no miro correos electrónicos ni pienso ‘¿qué pasa si me envían un mensaje instantáneo y me ven como ‘ausente’ o ‘inactiva’?’
3) Me centro en lo importante. Comienzo mi día con las tareas que son más relevantes y que requieren mayor energía mental (es decir, las rocas grandes). La mayoría de las veces es una tarea, tal vez dos. Estoy transformando mi lista de tareas pendientes en una lista de logros.
“Ser es tu esencia más profunda.” Eckhart Tolle
Ser es extremadamente difícil. Es mucho más fácil esconderse detrás del hacer y nunca tener que descubrir lo que hay dentro de nosotras/os, lo que significa ser nosotras/os. Tenemos tanto miedo de no estar a la altura de los estándares imaginarios establecidos por otras personas.
He aquí un secreto para calmar tu mente. Las otras personas tienen tanto o más miedo de no estar a la altura de los estándares que imaginan que tienes. Aquí hay otro: las personas sólo se preocupan por sí mismas, por lo que no te prestan tanta atención como crees.
Sé y haz lo mejor que puedas porque eso es lo que te da placer y motivación, no porque creas que harás feliz a otra persona.
Buscar ese centro entre el ser y el hacer aumentará tu confianza y la gente lo notará. Al principio, dirán cosas como ‘¡te ves genial!’ porque no pueden señalar lo que es diferente en ti.
Al no enfocarte en ser la/el mejor como una forma de superar tu síndrome del impostor, te convertirás en la/el mejor desde un lugar más profundo en ti misma/o. Como resultado, el impostor se irá y tendrás acceso a ese poder interior superior dentro de ti.
¿Qué haces para equilibrar el ser y el hacer? Por favor, déjanos saber en los comentarios.
Como coach de liderazgo, posibilito que el talento logre metas audaces con altos estándares. Mi misión es ayudar a mujeres poco representadas en la industria financiera en la transición de puestos de liderazgo de nivel medio a superior creando conciencia, aumentando la inteligencia emocional y revelando las herramientas y opciones disponibles para ellas.
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