Cómo Presumir Sin Ser un Idiota
Una de las cosas más difíciles para muchos/as de nosotros/as es hablar de nosotros/as mismos/as. Algunos/as soportamos (en lugar de disfrutar) la pregunta de la entrevista de trabajo “háblame de ti.” En el mejor de los casos, tenemos una respuesta ensayada (que suena ensayada) y, en el peor de los casos, nos avergonzamos y la pasamos por alto rápidamente para poder seguir adelante.
Esta renuencia por contarles a otras personas sobre nuestras experiencias y aspiraciones dificulta que otras personas nos ayuden.
Mi teoría es que la autopromoción es contraproducente para la autoconservación. Cuando contamos nuestros logros, nos notan, somos diferentes del resto de la tribu. O la tribu nos condena al ostracismo por querer ser “más que.” Sobresalir o ser expulsado/a de la tribu significa la muerte.
Ante un peligro inminente, nuestro cerebro despliega a nuestro juez con el mensaje de ‘¿quién te crees que eres?’ o ‘¿estás bromeando, verdad?’ ¡No eres lo suficientemente bueno/a para hacer (o haber hecho) todo eso!’ Si lo permitimos, nuestro juez nos volverá a poner en ‘nuestro lugar’ y terminaremos dando una respuesta muy aburrida a ‘entonces, ¿qué haces?’
En el libro The Art of Tooting Your Own Horn de Peggy Klaus ella habla sobre cómo autopromocionarse usando nuestra propia voz. El taller #IamRemarkable enseña a los/as participantes habilidades para autopromocionarse de una manera auténtica.
¿Por qué debería siquiera molestarme en aprender esto?
Si eres mujer o parte de un grupo subrepresentado en tu país (es decir, no eres parte de la mayoría), presta atención. Si decides no autopromocionarte, las personas que toman decisiones claves no sabrán quién eres y el valor que aportas, lo que provocará que no obtengas el próximo trabajo, un proyecto más interesante o un papel más importante.
¿Qué quiero decir con eso? Tú y John son colegas, tienen un alto desempeño y niveles similares de antigüedad y seniority. Hay una vacante en tu grupo en el siguiente nivel superior. John se ha promocionado a sí mismo: con frecuencia actualiza al jefe sobre los proyectos en los que está trabajando, cómo ha superado los desafíos, etc. John también mantiene informados a los/as compañeros/as del jefe sobre su progreso y les recuerda con frecuencia su experiencia. John es un buen tipo. Te cae bien. No encaja en el estereotipo de “fanfarrón.” Admiras la fluidez con la que transmite su mensaje. Tampoco roba crédito. Da crédito donde se debe y te ha felicitado frente a los demás muchas veces.
Tú, en cambio, estás dejando que “la obra hable por sí misma.” Cuando otros te felicitan, de la misma manera que lo hace John, no das más detalles. Por el contrario, minimizas el cumplido, por lo que la gente ha dejado de hacerlo.
Cuando llegue el momento de que tu jefe presente un candidato para el ascenso, ¿a quién crees que tendrá fresco en su mente?
Si eres emprendedor/a, es lo mismo. Para atraer clientes, proveedores, incluso personas para trabajar en tu empresa, es importante transmitir tus logros, experiencia, habilidades, etc.
Las consecuencias de mantenerse en las sombras incluyen seguir teniendo brechas de diversidad, no tener poder o influencia para hacer los cambios que deseas ver en el mundo (o al menos en tu departamento) y perder los beneficios financieros correspondientes a posiciones más altas.
Bien, lo tengo. Entonces, ¿cómo lo hago sin sonar como un idiota?
Me alegra que hayas preguntado. Resulta que es posible presumir sin encajar en el estereotipo de fanfarrón o carente.
Hay tres principios para tener en cuenta.
El primero es “no es jactancia si se basa en hechos.“
Si hiciste la presentación, actualizaste el contenido, creaste un proceso, etc., dilo. La gente no lo sabrá con solo mirarte. Puedes dar crédito a quien lo merece, pero no te desvalorices.
El segundo principio es simplemente porque hacer algo es fácil para mí, no significa que sea fácil para todo el mundo. Aquí es donde tendemos a disminuir nuestros logros. Fue ‘fácil’, por lo que no debe ser valioso o importante, ¿verdad? ¡Equivocado!
Mi amiga Camille es la mariposa social. ¡Ella conoce a todo el mundo! Crear relaciones es muy natural para ella. La gente hace todo lo posible para ayudarla. Ella tiene ese hermoso poder de influir a otros sin autoridad jerárquica. Debido a que es fácil para ella, ni siquiera habla de eso cuando está en una entrevista de trabajo. Hasta que le dije cuánto admiraba sus habilidades sociales. Cuando vio su superpoder desde mi perspectiva, finalmente entendió que el hecho de que fuera fácil para ella no significaba que fuera fácil para los demás.
El tercer principio es que, si piensas que tú y tus logros son interesantes y emocionantes, los demás también lo harán. Me cuesta mucho aplicar este. Siempre pienso que soy la única que encuentra interesantes mis actividades. Así que no hablo de ellas porque no quiero aburrir a otras personas. Bueno, seguramente los aburriré si les digo el título de mi trabajo o si recito mi currículum.
Cuando la gente me cuenta lo que hace y lo que ha logrado desde la última vez que hablamos, siento curiosidad. Quiero saber más. Me recuerdo a mí misma que otros pueden sentir lo mismo cuando es mi turno de presumir.
Ahora, practiquemos
La próxima vez que alguien te pregunte “¿a qué te dedicas?”, respira hondo y recuerda que no estás bajo tortura; puedes dar más que tu nombre y rango.
Por ejemplo, puedes decirle a la otra persona cómo terminaste haciendo lo que haces.
Hace un par de meses conocí a una mujer a través de una amiga en común. Le pregunté ‘¿qué haces?’ y ella me dijo ‘Soy peluquera y tengo un salón de belleza’. Respuesta bastante estándar. Siendo la persona curiosa que soy, le pregunté ‘¿cuánto tiempo has estado haciendo eso?’ Y luego me contó la historia de cómo creció en el salón de su madre.
Si no le hubiera hecho una pregunta de seguimiento, nunca hubiera sabido su historia. Repitamos ese escenario.
Yo: ¿A qué te dedicas?
Ella: Soy estilista y tengo un salón de belleza. (Con una gran sonrisa) Era mi destino. He estado alrededor del cabello desde que tengo memoria. Crecí en el salón de mi mamá. Tan pronto como pude caminar y hablar, la ayudaba a ella y a las otras estilistas. Me encantaba ver las sonrisas de las clientas cuando se iban. Ser parte de esa transformación me da mucha satisfacción.
Yo: ¡Eso es increíble! ¿Sabes qué? Por favor, envíame un mensaje de texto con tu información; tenemos oficinas en tu ciudad y les contaré a mis colegas sobre tu salón.
¡Bum! Mi nueva amiga acaba de conseguir otro canal de distribución y nuevos clientes potenciales.
Al leer este ejemplo, ¿qué sentiste? ¿Te pareció que era una “fanfarrona”, o auténtica y apasionada?
Aquí hay otro ejemplo
Soy mentora en una organización llamada StreetWise Partners. Parte del plan de estudios es que los/as participantes tienen que crear su introducción (elevator pitch) para usar en actividades profesionales y entrevistas de trabajo.
Mi mentee y yo estábamos trabajando en el suyo. Y era el mismo contenido de siempre. Soy fulano de tal, soy junior en X, estoy interesado en ingresar a Banca de Inversión. Era tan aburrido que los dos nos estábamos quedando dormidos.
Decidí profundizar más y le pregunté sobre su experiencia fuera de sus clases tradicionales: clubes en la universidad y la escuela secundaria, pasatiempos, idiomas, etc. Fue entonces cuando descubrí que se graduó de una escuela secundaria de aviación. Además del diploma de escuela secundaria estaba certificado para reparar ciertos motores de avión. ¡A los dieciocho! ¡Ahora tenemos algo único!
Lo animé (más bien, lo obligué) a incluir eso como parte de su introducción. Cuando estábamos practicando con el resto del grupo en sesión, otro mentor, sorprendido por esta combinación única de habilidades, lo puso en contacto con un director general de su empresa responsable de la banca de inversión para la industria de la aviación.
Una cosa más antes de irte
Es posible hablar de nosotros/as mismos/as sin ser el estereotipo de fanfarrón/a o carente. Podemos hacerlo de una manera que se sienta auténtica y usando nuestra propia voz y estilo.
Cuando contamos nuestra historia, como la de la dueña del salón, nuestra voz se emociona, nuestros ojos brillan, sonreímos. Esta energía es contagiosa, entusiasmando también al oyente.
Si no le contamos a la gente acerca de nuestros logros y experiencia, hacemos que sea bastante difícil que nos ayuden a conseguir nuestro próximo trabajo, nuevos clientes o conectarnos con otros profesionales.
Todo el mundo tiene dones maravillosos para otorgar al mundo. Ya sea una habilidad especial para mantener las cosas ordenadas y organizadas, reunir a las tropas hacia un objetivo común o crear una visión convincente que la gente seguirá.
Comienza a elaborar el guion para contar tu historia de manera auténtica y con tu voz. Habla desde el corazón. Practica con cualquier persona, incluso con extraños. Cuanto más lo hagas, menos incómodo se sentirá.
El libro de Peggy Klaus The Art of Tooting Your Own Horn es excelente. Es fácil de leer y tiene toneladas de ejemplos prácticos.
Deja de poner tu vela encendida debajo de la mesa, ya que sólo ilumina parcialmente la habitación. En su lugar, colócala encima de la mesa para iluminar toda la habitación. El mundo necesita tu talento, ideas e influencia.
¿Qué te hace resistirte a presumir? Por favor, déjanos saber en los comentarios.
Fuentes: The Art of Tooting Your Own Horn by Peggy Klaus; #IamRemarkable
Como coach de liderazgo, posibilito que el talento logre metas audaces con altos estándares. Mi misión es empoderar a mujeres poco representadas en la industria financiera en la transición de puestos de liderazgo de nivel medio a superior ejercitando la mente para lograr el máximo rendimiento, paz mental y mejores relaciones.
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