Cómo Tomar el Control de tu Destino: Cambia tu Mentalidad y Toma Decisiones

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Recientemente, una de mis clientas me dijo que nunca sintió que podía controlar su propio destino. En su mente, los acontecimientos de la vida sucedían sin ninguna influencia de su parte. Una de las razones de esta creencia era que creció sin estabilidad financiera, lo que la llevó a construir una historia de que solo las personas “con dinero” tenían opciones. Sin embargo, mi clienta fue a la universidad, trabajó en el gobierno durante muchos años y ahora ocupa una posición de liderazgo en el sector privado.

Para un observador externo, mi clienta escapó de sus circunstancias y rompió el ciclo de inestabilidad financiera. Estadísticamente hablando, no habría ido a la universidad, tendría un trabajo con salario mínimo y habría estado condenada a repetir el ciclo. Sin embargo, no puede ver las opciones que tiene frente a ella. Incluso las que tomó, como ir a la universidad, le parecieron como si alguien más estuviera eligiendo en su nombre.

En algún momento de nuestras vidas, nos hemos sentido completamente impotentes. Para algunos/as, este sentimiento es temporal, impulsado por eventos específicos. Para otros/as, es la historia que creamos, ya sea aprendida de los adultos que nos rodean o como una forma de autopreservación.

“El destino no es una cuestión de suerte. Es una cuestión de elección: no es algo que se deba esperar, es algo que se debe lograr.” Desconocido

En su libro The Choice, la Dra. Edith Eger escribe que cuando sentimos que no tenemos control sobre nuestras circunstancias, cuando creemos que nada de lo que hagamos puede aliviar nuestro sufrimiento o mejorar nuestras vidas, dejamos de actuar en nuestro propio beneficio porque creemos que no tiene sentido.

Comprendo que muchos/as de nosotros/as todavía sentimos que nuestras opciones son extremadamente limitadas o inexistentes.

Algunas personas, como mi clienta, piensan que no tienen suficiente dinero para tener opciones como dejar el trabajo para dedicarse a su pasión. Otras creen que no pueden aportar todo su ser a todos los aspectos de la vida, incluido el trabajo, debido al miedo a “no pertenecer.”

¿Qué podemos hacer para cambiar nuestra mentalidad y tomar el control de nuestro propio destino? Podemos empezar por reflexionar sobre estas cuatro preguntas.

1) ¿Qué deseas?

Soy la primera en admitir que cada vez que me hacen esta pregunta me cuesta contestarla. Temo que los demás me juzguen cuando escuchen lo que realmente quiero. ¿Qué pasa si no lo logro? ¿Se deterioraría la idea que tienen de mí?

Algo similar le ocurrió a mi clienta. Cuando le pregunté: “¿Qué quieres?”, sólo pudo darme una respuesta estándar y segura relacionada con sus objetivos laborales, las cosas que, con alta probabilidad, podía conseguir. Ella, como muchos/as de nosotros/as, sentía que querer más de lo que podía lograr con certeza era demasiado arriesgado… Después de todo, en su mente, sus opciones eran limitadas.

La Dra. Eger escribe: “El problema – y la base de nuestro sufrimiento persistente – es la creencia de que la incomodidad, los errores y la decepción indican algo sobre nuestro valor.” No es de extrañar, entonces, que mantengamos nuestros deseos en la zona segura de lo “alcanzable.”

“Todo lo que quieres está ahí afuera esperando que lo pidas. Todo lo que quieres también te quiere a ti.” Desconocido

2) ¿Quién lo desea?

Esta es una pregunta capciosa y nuestra lucha: entender nuestras propias expectativas para nosotros/as mismos/as versus tratar de vivir a la altura de las expectativas que los demás tienen de nosotros/as.

Para algunas personas, esto podría convertirse en una elección imposible: ¿busco mi propia felicidad a costa de dañar la relación con mi familia? ¿O cumplo con sus expectativas (al menos ahora) y renuncio a mi propia felicidad o la pospongo?

La conciencia que quiero transmitir es que siempre hay una elección. Repito: siempre hay una elección. Y con cada elección hay un resultado. ¿Cuál es el resultado que quieres tener en este momento?

“Ser pasivo es dejar que otros decidan por ti. Ser agresivo es decidir por otros. Ser asertivo es decidir por ti mismo. Y confiar en que hay suficiente, en que tú eres suficiente.” Dra. Edith Eger, psicóloga estadounidense y sobreviviente del Holocausto

3) ¿Qué vas a hacer al respecto?

Hay dos posibles respuestas a esta pregunta en el momento presente: nada o algo.

Podemos descubrir las respuestas en las preguntas 1 y 2 y decidir no hacer absolutamente nada al respecto. Y no hacer nada es una elección.

También podríamos decidir hacer algo, emprender alguna acción – aunque sea un pequeño paso – hacia lo que queremos o lo que los demás quieren para nosotros/as. Y hacer algo también es una elección.

“No puedes cruzar el mar simplemente quedándote de pie y mirando el agua.” Rabindranath Tagore, poeta, filósofo y erudito bengalí

4) ¿Cuándo vas a empezar?

Al igual que la pregunta anterior, hay dos posibles respuestas a esta: ahora o después. Algunos de ustedes están pensando, ¿qué pasa con “nunca”? Bueno, nunca significa que no emprenderíamos ninguna acción, lo que significa comenzar a no actuar ahora.

A medida que aumentamos nuestra autoconciencia, accedemos a nuestra intuición y afinamos nuestro instinto, llegaremos a sentir el momento adecuado para las cosas. A veces es mejor no hacer nada ahora y volver a pensar en ello más tarde. Otras veces, queremos comenzar a actuar ahora para ver qué sucede.

“El momento adecuado es un delicado equilibrio entre la paciencia y la acción.” Desconocido

Una cosa más antes de irte

Tenemos mucha más libertad de lo que creemos. Tenemos opciones. Sí, en plural.

Los mayores obstáculos que enfrentamos viven en nuestro interior. Limitan nuestra capacidad de ver las opciones que tenemos frente a nosotros/as.

Mientras estemos con vida, estamos eligiendo: actuar o no actuar, asumir responsabilidad o culpar a los demás, centrarnos en el presente o revivir el pasado, asumir riesgos o mantenernos a salvo.

Podemos elegir pasar por la vida arreglando lo que está roto, llevando nuestros sentimientos hasta el fondo de nuestro ser y demostrando nuestro valor constantemente. O podemos elegir estar completamente vivos sabiendo que somos un trabajo en progreso en constante aprendizaje y mejora, que los sentimientos no son fatales, sólo temporales, y aceptarnos y amarnos por lo que realmente somos: humanos, imperfectos y completos.

Piensa en uno de tus deseos más profundos, ese que te da miedo decir en voz alta aún en la privacidad de tu propio hogar. ¿Cuáles son tus opciones? Por favor, déjanos saber en los comentarios.

Como coach de liderazgo, posibilito que el talento logre metas audaces con altos estándares. Mi misión es empoderar a mujeres poco representadas en la industria financiera en la transición de puestos de liderazgo de nivel medio a superior ejercitando la mente para lograr el máximo rendimiento, paz mental y mejores relaciones.

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