El Impacto de las Etiquetas: Cómo las Etiquetas Positivas y Negativas Afectan el Crecimiento Personal
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El otro día estuve pensando en mi certificado de nacimiento y la información que encontramos en él: nuestro nombre, lugar y fecha de nacimiento, los nombres de nuestros padres. Curiosamente, no incluye descriptores como inteligente, alta, bonita, pesada o torpe.
Somos conscientes de que ciertas etiquetas tienen connotaciones negativas y, cuando se aplican a nosotros/as mismos/as y a los demás, pueden dañar nuestro bienestar colectivo.
Algo interesante que aprendí esta semana es cómo las etiquetas consideradas positivas pueden obstaculizar nuestra creatividad y crecimiento.
Por ejemplo, si has sido etiquetado/a como la persona más inteligente del aula, ¿qué probabilidades hay de que salgas de tu zona de confort y corras el riesgo de perder ese título? Eso puede disuadirte de aprender un nuevo idioma, cómo bailar o cómo utilizar una impresora tridimensional.
A medida que envejecemos y nos volvemos más “fijos en nuestras costumbres”, nos aferramos a estas etiquetas (desafortunadamente, tendemos a aferrarnos a todas ellas) y las integramos en nuestra alma y persona. No es culpa nuestra. Usamos etiquetas todo el tiempo para interactuar con personas, conseguir empleos o ascensos.
Usar etiquetas no es intrínsecamente malo; como ocurre con todo en la vida, el equilibrio es la clave. El problema surge cuando no podemos desprendernos de una etiqueta en absoluto.
Recientemente, un amigo cercano mencionó que su cerebro funcionaba de tal manera que sólo le permitía sentir curiosidad por unos pocos temas. En ese momento respiré hondo para evitar poner los ojos en blanco y soltar en voz alta y con tono sarcástico “¡sí, claro!” El etiquetó su cerebro de una manera que acabó con su curiosidad. Como resultado, sus relaciones se ven impactadas (es difícil interactuar con alguien que no muestra interés en lo que tiene que decir), no deja espacio para el descubrimiento y limita su adaptabilidad y flexibilidad.
¿Cómo dejamos de lado el hábito de etiquetarnos a nosotros/as mismos/as?
En el libro Déjalo Ir, el autor John Purkiss propone el siguiente ejercicio.
Primero, haz una lista de las etiquetas que te has aplicado. Estoy segura de que hay muchas de ellas, tanto positivas como negativas.
Algunas de las mías son inteligente, aburrida, curiosa, fuerte (no siempre algo positivo para una mujer), débil (especialmente frente a un helado), estricta y disciplinada.
Una vez que termines con la lista, examínala y para cada etiqueta, hazte estas cinco preguntas:
1) ¿Puedo estar cien por ciento segura/o de que esto es cierto? Estoy dispuesta a apostar mi salario a que la respuesta es no, no al cien por cien. ¿He dicho no al helado? ¡Sí! ¿He tenido problemas con ciertos temas? ¡Sí! (Todavía tengo las cicatrices de Ingeniería Eléctrica durante mi tercer año en la universidad).
2) ¿Hay alguna recompensa por etiquetarme de esta manera?Si es así, ¿qué es? ¡Por supuesto que hay recompensa! Aunque no siempre es la mejor. Al etiquetarme como débil, puedo usarlo como excusa para comerme ese helado, y luego el siguiente… oye, no es mi culpa si soy débil. O con fuerte. Si me etiqueto como fuerte, puedo “asustar” a muchas personas para no tener que lidiar con ellas.
3) ¿Cuál es el costo de etiquetarme? ¡Ahh, la pregunta del millón! Cuando uso la etiqueta “débil” para comer ese helado estoy pagando un precio de salud. Cuando uso la etiqueta de “fuerte” para “asustar” a la gente, estoy pagando el precio del aislamiento.
4) ¿Cuándo he perdido al hacerlo? ¡¿Dónde empiezo?! Si no tengo cuidado, mi respuesta a esta pregunta es “todo el tiempo”. Eso es exactamente parte de la experiencia humana y del camino de crecimiento: minimizar nuestras pérdidas.
5) Imagina que has soltado esta etiqueta. ¿Cómo te sientes? Como si tuviera un millón de libras menos. Es difícil mantener nuestra personalidad cada minuto de cada día. ¿Qué tan liberador sería si sólo fuera fuerte el ochenta por ciento del tiempo? ¿O que puedo elegir cuándo y con quién ser fuerte? ¡Un cambio radical!
Este ejercicio también se puede aplicar cuando etiquetamos a otras personas. Esa persona que admiramos y que creemos que es tan hermosa, tan inteligente y tan bien formada. O esa persona que etiquetamos de inestable, arrogante, enfadada, tonta. Apuesto mi salario a que ninguna de las dos encarna estos adjetivos todo el tiempo. Ambas están pasando por su propio viaje y experiencia humana tal como nosotros/as.
Una cosa más antes de irte
Para funcionar en sociedad, nos etiquetamos a nosotros/as mismos/as y a los demás. Admiramos a las personas inteligentes, carismáticas o divertidas y nos alejamos de aquellas que son tóxicas, raras o crueles.
El desafío es cuando nunca volvemos a visitar esas etiquetas en nosotros/as mismos/as y en los demás. Cada uno/a de nosotros/as estamos pasando por nuestra propia experiencia humana. Nuestras etiquetas van y vienen mientras bailamos con la vida y damos dos pasos hacia adelante, un paso hacia atrás, tres pasos hacia adelante, diez pasos hacia atrás…
Aumentar nuestra conciencia de estas etiquetas que tenemos para nosotros/as mismos/as y para los demás nos permitirá verlas tal como son: temporales y circunstanciales. Puede que sea débil para el helado y fuerte para la ética laboral.
¿Qué ganamos al usar estas etiquetas para nosotros/as y los demás? ¿Qué precio estamos pagando?
Ya me siento más ligera… tal vez porque dije no a ese helado.
¿Qué estás ganando y perdiendo por usar etiquetas para ti y para los demás? Por favor, déjanos saber en los comentarios.
Como coach de liderazgo, posibilito que el talento logre metas audaces con altos estándares. Mi misión es empoderar a mujeres poco representadas en la industria financiera en la transición de puestos de liderazgo de nivel medio a superior ejercitando la mente para lograr el máximo rendimiento, paz mental y mejores relaciones.
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