Estableciendo Límites: Una Guía Para Tener Relaciones Saludables
¿Alguna vez has conocido a personas que carecen de límites, que complacen a los demás o no se guardan nada para sí mismas, incluso si les hace daño? ¿O aquellas que son impenetrables, que nunca aventuran nada más allá de “todo está bien”? Ambos extremos del espectro sufren mucho porque carecen de la capacidad de formar conexiones significativas con los demás.
En el libro Set Boundaries, Find Peace de Nedra Glover Tawwab, la autora define los límites como expectativas y necesidades que te ayudan a sentirte seguro/a y cómodo/a en tus relaciones.
Los límites saludables son las líneas que establecemos para delinear nuestro contorno físico, emocional y mental, determinando lo que es y lo que no es aceptable para cada uno/a de nosotros/as.
Establecer límites saludables en las relaciones nos permite mantener nuestro equilibrio emocional e independencia y al mismo tiempo promover el respeto, la confianza y la comprensión mutuos.
La sensación de comodidad y seguridad en las relaciones es diferente para cada persona y en cada relación, y no siempre es tan evidente como pensamos. Lo que es aceptable para mí puede no serlo para ti y viceversa. Los límites que tengo con mis padres difieren de los que establezco con mis colegas de trabajo.
Tener relaciones saludables de cualquier tipo puede ser un desafío si nuestros límites son demasiado permeables o rígidos, o si no logramos comunicarlos de manera efectiva.
Considero que establecer y comunicar límites es una señal de respeto y amor por nosotros/as mismos/as y por los demás. En palabras de Brené Brown, claridad es amabilidad.
El espectro límite
El espectro de límites varía desde límites permeables hasta límites rígidos.
Los límites permeables son débiles, no pretenden ser dañinos y, por lo general, no se comunican claramente. Nos llevan a relaciones poco saludables que provocan agotamiento, ansiedad o depresión.
Los límites permeables a menudo se manifiestan en un exceso de compartir y en el deseo de complacer a los demás, impulsado por el miedo a no agradar. Esto generalmente proviene de un lugar de inseguridad. Nuestros saboteadores nos convencen de que otros no nos aceptarían si establecemos “demasiados” límites.
Esto se manifiesta en hacer cosas para o con otras personas que realmente no quieres hacer o no tienes tiempo para hacer. Vas a la boda del nieto de la esposa de tu tío porque “es familia” y ni siquiera conoces (ni te importa) a la novia o al novio. No tomas ninguna decisión (grande o pequeña) sin consultar y obtener el visto bueno de tu pareja, hermana o mejor amigo.
En el extremo opuesto del espectro están los límites rígidos, esos muros que construimos para mantener alejadas a otras personas. Al igual que los límites permeables, los límites rígidos provienen de un lugar de inseguridad y miedo a ser vulnerable. Cuando establecemos límites rígidos, no permitimos excepciones a nuestras propias reglas, incluso cuando puede ser ventajoso para nosotros/as ser más flexibles.
Al contrario de los límites permeables, los límites rígidos mantienen fuera a todo el mundo, incluso a aquellas personas que aportan valor a nuestra vida. En el momento en que empezamos a sentir que las cosas “se están poniendo demasiado serias”, ya sea con una nueva amistad o pareja romántica, saboteamos esa relación. Nunca hablamos de nuestros sentimientos ni mostramos ninguna emoción. Nuestras interacciones son superficiales y transaccionales. Creamos expectativas imposibles como excusa para excluir a personas de nuestras vidas porque nunca cumplirán esos estándares.
Los límites saludables son los Ricitos de Oro de los límites: ni demasiado permeables ni demasiado rígidos. Esto es posible cuando permanecemos en el momento presente. No permitimos que nuestras experiencias pasadas arrasen y manchen nuestras interacciones actuales. Esto requiere una conciencia de nuestras capacidades emocionales, mentales y físicas, así como una comunicación adecuada.
Esto significa tener muy claro lo que es y lo que no es aceptable. Compartimos nuestros pensamientos y sentimientos con personas seleccionadas en nuestras vidas independientemente de la conexión genética. Nos tomamos nuestro tiempo para ganarnos la confianza de las personas y también para confiar en los demás. Igualmente importante es que digamos “no” cómodamente, con amabilidad y sin culpa (bueno, tal vez con sólo un poco de culpa que procesamos por nuestra cuenta). Y cuando otras personas nos dicen que “no”, entendemos que no es personal.
Tipos de límites
En su libro Set Boundaries, Find Peace, la autora Nedra Glover Tawwab identifica seis tipos de límites.
Los límites físicos son tu espacio personal (el perímetro alrededor de tu cuerpo) y el contacto físico. Para respetar estos límites, informa a los demás si necesitas una mayor distancia física y/o tu nivel de comodidad con ciertos tipos de contacto físico.
Una nota sobre el espacio personal: el espacio personal varía según las culturas. En el Caribe, donde crecí, la gente tiende a sentirse más cómoda con una proximidad física más estrecha que en Estados Unidos.
Los límites sexuales son aquellos asociados con el tema del sexo, incluidos actos, comentarios o contenidos sexuales. Estos límites tienen un “tiempo y lugar” claros, así como una audiencia adecuada. Por ejemplo, mis amigas y yo no hablamos de nada relacionado con el sexo cuando los niños están presentes, incluso si parecen estar completamente concentrados en sus pantallas.
Los límites intelectuales son tus pensamientos, ideas y opiniones. Estos límites tienen dos aspectos. Uno es ser libre de expresar un punto de vista sobre cualquier cosa y ser respetado/a. La otra es saber qué temas son apropiados o no en una situación específica y/o con determinadas personas.
Por ejemplo, expreso mis pensamientos en el contenido que produzco y es posible que no estés de acuerdo conmigo. La clave está en cómo expresamos nuestras opiniones y nos respondemos unos a otros con respeto y amabilidad. En adición, los temas que hablo con mis amistades pueden diferir de aquellos que trato con mis colegas en el trabajo.
Los límites emocionales, al igual que los límites intelectuales, son cuándo y cómo expresamos nuestros sentimientos y pensamientos personales a los demás. La confianza se construye gradualmente, por lo que es fundamental actuar con discreción. Hay personas que te contarán toda la historia de su vida antes de decirte su nombre (yo he sido la receptora muchas veces). Ésa es una señal de un límite emocional permeable. Comparte cuando sea apropiado y elige cuidadosamente a tus confidentes.
Los límites materiales involucran tus pertenencias. Tú decides qué compartir y con quién; es tu elección. Todos los que tenemos hermanos/as, especialmente más pequeños, conocemos muy bien este límite y lo más probable es que hayamos experimentado una violación de nuestros límites materiales varias veces.
No tienes obligación a prestar tus cosas a nadie si no deseas hacerlo. Es así de simple. Si decides dejar que otros usen algo tuyo, establece expectativas claras. Siempre he sido exigente a la hora de prestar mis libros, así que, cuando prestaba uno a amistades seleccionadas, les decía (con una sonrisa) “este libro tiene una D de devolución.”
Por último, pero no menos importante, los límites de tiempo son aquellos asociados con la gestión de tu tiempo y la forma en que permites que otros lo utilicen. ¿Eres el tipo de persona que da tu valioso tiempo gratuitamente a cualquiera, por lo que terminas comprometiéndote demasiado? ¿Respondes correos electrónicos o mensajes a todas horas del día?
Antes de comprometer tu tiempo con otra persona fuera de las obligaciones esperadas (por ejemplo, fuera del horario laboral), consulta tu calendario y tus prioridades para evitar comprometerte demasiado. Si estás ocupada o disfrutando de tiempo libre, silencia tu teléfono o apágalo por completo hasta que te resulte conveniente responder.
¿Cómo podemos comunicar eficazmente nuestros límites?
La respuesta más sencilla es ser asertivo/a. Asertividad significa comunicar clara y respetuosamente nuestros deseos, necesidades, posiciones y límites a los demás.
Cuando comuniques tus límites, hazlo con claridad y precisión y utiliza palabras sencillas. Expresa lo que necesitas y quieres en lugar de lo que no necesitas o no quieres. Por ejemplo, decir “Necesito tu ayuda con la lavandería esta tarde” es más eficaz que decir “No quiero que trabajes hasta tarde esta noche.”
Es importante utilizar declaraciones en primera persona, expresando lo que sientes y necesitas, en vez de hacer acusaciones o culpar a la otra persona. Por ejemplo, en lugar de decir “Siempre me ignoras”, di algo como “Me siento herida cuando no reconoces mi contribución.”
Inevitablemente, habrá culpa y tristeza. Debido a que estamos programados para ser parte de una tribu, tememos cualquier cosa que pueda hacer que la otra persona se sienta mal y rompa la relación con nosotros/as. Afortunadamente, estas emociones son temporales; es cuestión de navegar la ola.
Uno de los lugares donde me resulta más difícil establecer límites es en el trabajo. Siento que soy responsable de gestionar mi carga de trabajo, mi tiempo y mi productividad, por lo que apenas digo “no” cuando recibo más tareas o proyectos.
Mi temor era que, si decía “no”, mi jefe y otros pensarían que era incompetente y que no merecía mi puesto. Eso me llevó a trabajar más de sesenta horas semanales durante un par de años para mantenerme al día con las exigencias del trabajo que tenía en ese momento.
Mi miedo irracional a no ser lo suficientemente buena me impidió comunicar mis necesidades y establecer límites saludables. En última instancia, este miedo me llevó al agotamiento, a una insatisfacción extrema con mi carrera y a presionar involuntariamente a mi equipo para que siguiera mis hábitos de exceso de trabajo. Empezaron a imitar mi comportamiento porque, como líder del equipo, yo marcaba la pauta.
Si hubiese sabido entonces lo que sé ahora… Habría pedido ayuda para priorizar proyectos y tareas. Me habría centrado en el cuidado personal y habría dejado de trabajar horas excesivas durante la semana, así como también me habría abstenido de trabajar los fines de semana.
Una pequeña inversión en malestar (sentirse culpable por el cuidado personal, por ejemplo) habría resultado en grandes dividendos a largo plazo, como ser más eficaz en el trabajo. Eso sería como invertir $100 y obtener $1000 en un año.
Una cosa más antes de irte
Los límites juegan un papel crucial en el establecimiento de confianza dentro de las relaciones. Sin ellos podemos volvernos vulnerables a que se aprovechen de nosotros/as, o la gente no sabría cómo tratarnos, haciendo que la relación sea difícil o confusa. Por otro lado, si nuestros límites son demasiado rígidos, corremos el riesgo de perder conexiones significativas con los demás.
Los límites no están escritos en piedra; ellos evolucionan a medida que nosotros/as evolucionamos.
Todos podemos aumentar nuestra asertividad y comunicar nuestros límites con amabilidad y respeto. Aquellos que tienen límites saludables y, por lo tanto, relaciones saludables, honrarán y respetarán los nuestros. Aquellos que no lo hacen es mejor mantenerlos a distancia o totalmente fuera de nuestra vida.
¿Qué tan cómodo/a te sientes comunicando tus límites? Por favor, déjanos saber en los comentarios.
Como coach de liderazgo, posibilito que el talento logre metas audaces con altos estándares. Mi misión es empoderar a mujeres poco representadas en la industria financiera en la transición de puestos de liderazgo de nivel medio a superior ejercitando la mente para lograr el máximo rendimiento, paz mental y mejores relaciones.
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