Predica con el Ejemplo: Cómo las Acciones Hablan Más Que las Palabras
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¿Cómo puedo predicar con el ejemplo? Encontré esta pregunta en un artículo de Harvard Business Review hace un par de meses y desde entonces he intentado responderla con ejemplos claros y específicos.
Los humanos aprendemos imitando a otros. Es así como aprendemos a hablar, caminar, comer y comprender lo que se considera “bueno” o “malo”. Y cuanto más admiramos a una persona específica, más queremos hacer lo que ella hace.
Estoy segura de que muchos/as de nosotros/as podemos recordar cuando nos dijeron que dejáramos de hacer algo porque nuestros/as hermanos/as menores querían hacer lo mismo y era “peligroso” para ellos/as. Es frustrante, ¿verdad? Desde temprana edad tuvimos que predicar con el ejemplo.
Predicar con el ejemplo significa que las acciones de un líder establecen estándares que otras personas deben seguir.
Hace unos años tuve un trabajo exigente y elegí abordarlo con intensa dedicación. Trabajaba más de sesenta horas a la semana, respondía correos electrónicos a deshora y parecía estar enganchada a una línea intravenosa de café. Mi equipo, especialmente mis reportes directos, comenzaron a mostrar comportamientos similares. En repetidas ocasiones les dije que no tenían que responder correos electrónicos fuera del horario laboral. Que podían desconectarse o salir del trabajo a una hora decente. Dije todas esas cosas y no hice ninguna. Como líder del grupo, mi influencia se extendía a al menos veinte personas (las que oficialmente estaba en mi equipo). Si quería que tuvieran una mejor calidad de vida, necesitaba predicar con el ejemplo y alinear mis acciones con mis palabras.
“No es el grito, sino el vuelo de un pato salvaje, lo que lleva a la bandada a volar y seguirlo.” Proverbio chino
Todos/as nosotros/as somos líderes. Como mínimo estamos manejando nuestras propias vidas. También lideramos a nuestras familias, a otras personas en el trabajo (oficial o extraoficialmente), grupos de amistades, comunidad, etc.
Mahatma Gandhi dijo la famosa frase “sé el cambio que deseas ver en el mundo.” Entonces, la próxima vez que te quejes de lo desconectado, sobrecargado de trabajo o mediocre que es tu equipo, tómate un momento para reflexionar. Pregúntate: “¿Qué estoy haciendo para permitir que mi equipo se desligue mentalmente? ¿Qué puedo hacer de manera diferente?”
¿Cómo sé si estoy predicando con el ejemplo?
Comienza por identificar tus cinco valores principales. Algunos ejemplos son crecimiento personal, gratitud, aptitud física, libertad financiera, diversión, etc. Luego, mira tu calendario y confirma cuánto tiempo dedicas a esos valores.
Si la aptitud física se encuentra entre tus cinco valores principales, se esperaría que siguieras algún tipo de rutina de ejercicios. Tal vez haces senderismo (hiking) los fines de semana, vas al gimnasio con regularidad o entrenas para maratones.
Pregunta “¿Cómo estoy predicando con el ejemplo?” a tus reportes directos, familiares y personas de tu comunidad. Escucha atentamente sus respuestas sin preparar argumentos defensivos. Tu objetivo es identificar tanto la alineación como la desalineación. Lo único que puedes decir al final de esa conversación es “gracias.” Okay, puedes agregar “Aprecio tu franqueza.”
“El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión.” Paul Coelho, novelista brasileño
¿Cómo puedo volver a la integridad?
La integridad es el estado de alineación entre nuestras acciones, valores, metas y palabras.
Siempre predicamos con el ejemplo incluso cuando existe una desconexión entre lo que decimos y lo que hacemos. Pero ¿qué queremos que proyecte nuestra sombra? ¿Un ejemplo de integridad o un ejemplo de contradicción?
Cuando analizas todos los aspectos de tu vida (carrera, finanzas, relaciones, salud, espiritualidad, etc.), encontrarás que tienes integridad y desalineamiento. Por ejemplo, es posible que tengas integridad entre tus palabras y acciones en tu carrera, pero no en tus finanzas.
Elige un área de tu vida para abordar. Sé que quieres arreglar todo de inmediato, pero esto requiere tiempo y energía. Es como dar un giro en U con un barco de 1,500 pies. Luego, haz un análisis de la brecha entre cómo empleas tu tiempo y los valores y objetivos asociados con esa área de tu vida.
Identificar los desalineamientos nos permitirá establecer las acciones apropiadas para corregir el rumbo y volver a la integridad.
“Nunca separes la vida que vives de las palabras que pronuncias.” Paul Wellstone, académico, autor y político estadounidense
Un ejemplo de la vida real
Una de mis clientas, Tiffany, quería demostrar integridad en sus relaciones, específicamente dentro de su familia inmediata: su esposo y sus dos hijos.
Le pedí a Tiffany que describiera su estado futuro ideal. Mencionó tener una cita al menos una vez a la semana con su esposo, estar completamente presente en las cenas familiares y hacer algo divertido con ambos niños juntos y con cada uno individualmente al menos una vez al mes.
Esto le pareció fantástico y al mismo tiempo desalentador. Ella y su esposo tenían carreras exigentes y los niños actividades escolares y extracurriculares. Cuando miró su calendario y enumeró sus actividades diarias, se dio cuenta de que no muchas estaban alineadas con pasar tiempo de calidad juntos como familia.
Un primer paso factible en los siguientes siete días fue dar prioridad a la cena familiar. Tiffany se comprometió a preparar temas de conversación para que la familia pudiera discutir otros asuntos además de la lista de tareas.
Este fue un primer paso importante y alcanzable. Tiffany continuó haciendo otros cambios. Ella y su esposo comenzaron a tener citas una vez cada dos meses. A medida que los niños se volvieron más independientes, aumentaron esa frecuencia a una vez cada seis semanas.
Tomar conciencia de la inconsistencia entre sus valores y sus acciones marcó una gran diferencia. Tiffany no busca la perfección (está bien, la busca, pero está aprendiendo a alejarse de ella). Lo importante es que sus pasos, aunque pequeños, van cerrando la brecha entre sus valores y sus acciones.
Una cosa más antes de irte
Los humanos aprenden por imitación. Mucha gente nos observa, incluidos colegas, niños, amistades, familiares e incluso extraños. Al mismo tiempo, también observamos a otras personas. Es así como obtenemos pistas sobre el comportamiento apropiado en diferentes situaciones.
Cuando somos el/la “nuevo/a” en el trabajo, la escuela, el vecindario o el país, examinamos a los “locales” para comprender qué comportamientos se consideran aceptables.
La gente necesita ver lo que es posible para saber que es posible. Cuando era niña quería ser maestra al punto de tener pizarra y tiza en mi dormitorio. Mis primos menores todavía recuerdan jugar conmigo a la escuelita. ¿De dónde vino eso? Ambos padres eran profesores universitarios.
Cuando lideramos con una actitud de abundancia, posibilidades y optimismo, desempeñamos un papel crucial a la hora de romper ciclos improductivos o destructivos dentro de nuestras familias, lugares de trabajo y comunidades. Aunque a veces parezca que nadie se da cuenta, escucha o se preocupa, siempre hay alguien que sí lo hace, aunque no podamos percibirlo.
¿Cómo estás predicando con el ejemplo? Por favor, déjanos saber en los comentarios.
Como coach de liderazgo, posibilito que el talento logre metas audaces con altos estándares. Mi misión es empoderar a mujeres poco representadas en la industria financiera en la transición de puestos de liderazgo de nivel medio a superior ejercitando la mente para lograr el máximo rendimiento, paz mental y mejores relaciones.
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