Cómo Aumentar Tu Flexibilidad Emocional

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Érase una vez un roble grande y fuerte que crecía junto a un arroyo. El roble era un árbol orgulloso y vanidoso. ‘Mira mi gran tronco y mis muchas ramas’, le dijo a un grupo de juncos que estaba cerca, ‘soy irrompible. Puedo empujar porque soy fuerte’. Los juncos no prestaron mucha atención a la jactancia del roble; sabían que era su naturaleza. Un día, hubo un huracán con vientos intensos que superaban las 100 millas por hora. El roble en todo su esplendor empujó y resistió, mientras los juncos se doblaban siguiendo la dirección del viento. De repente, el viento redobló su furia, y el gran roble cayó, arrancado de raíz, junto a los juncos doblados. [El roble y el junco, fábula de Esopo]

“Es mejor ceder cuando es una locura resistir, que resistir obstinadamente y ser destruido.” Esopo

No tenemos control sobre la mayoría de las cosas que suceden en nuestras vidas. No podemos controlar lo que los demás piensan de nosotras/os, si va a llover o no el lunes por la mañana, o si hay un accidente de camino a esa importante reunión.

Los últimos dos años han sido como un bootcamp para entrenar para lo inesperado, para adaptarse al cambio y para aceptar y confiar en el proceso.

A estas alturas, hemos sido testigos de cómo todos los cambios, incluso los dolorosos, traen consigo oportunidades para aprender, crear y/o cambiar prioridades.

“La medida de la inteligencia es la capacidad de cambiar.” Albert Einstein

En el libro The EQ Edge, los doctores Steven J. Stein y Howard E. Book definen la flexibilidad como la capacidad de ajustar emociones, pensamientos y comportamientos a situaciones y condiciones cambiantes.

Una de las cosas que más me gustan de esta habilidad de inteligencia emocional es que las personas con alta flexibilidad pueden cambiar de opinión cuando la evidencia sugiere que pueden estar equivocadas. Esta es una actitud muy importante y valiente considerando que nuestro conocimiento está en constante evolución.

Si puedes responder ‘nunca’ o ‘casi nunca’ a estas afirmaciones, entonces tienes alta flexibilidad:

  • Es difícil para mí cambiar de opinión.
  • No me gusta estar en situaciones desconocidas.
  • Es difícil para mí cambiar mis formas.
  • Ceder es difícil para mí.
  • Los cambios de última hora me generan incomodidad.

Soy particularmente sensible al último punto: todavía me siento incómoda con los cambios de última hora.

La vida rara vez resulta como queremos o esperamos y esa es su belleza. De lo contrario, sería demasiado aburrida. Hay eventos pequeños e inesperados como llegar a la oficina el lunes por la mañana y descubrir que no hay café. Y hay eventos grandes e inesperados como convertirse en refugiado de la noche a la mañana o la muerte súbita.

Afortunadamente, como muchas otras habilidades de inteligencia emocional, la flexibilidad se puede aprender. Entonces, ¿cómo podemos aumentar la nuestra?

1) Comienza con la autoconciencia

Es lunes por la mañana, planificaste y preparaste tu semana y estás preparada/o para abordar la primera gran roca de tu lista. Diez minutos después, tu jefa te llama con una solicitud de información que necesita en las próximas dos horas.

En el pasado, este escenario me incomodaba. El perfeccionista en mí no tenía espacio para solicitudes ‘inesperadas’ antes de completar la primera gran roca de la semana o del día.

Ahora, me doy cuenta de la incomodidad en mi cuerpo y me pregunto ‘¿por qué estoy molesta con esta solicitud? No es como que Betty se despierte por la mañana y piense ‘¿cómo voy a molestar a Gertrudis hoy?’

La respuesta a mi pregunta podría ir en diferentes direcciones. Tal vez esperaba con ansias la tarea que tenía entre manos porque estaba aprendiendo o creando algo. Quizás estoy molesta porque dependo de otras personas para obtener la información que necesito para la solicitud de última hora, y no me siento cómoda con eso. Y, por supuesto, siempre está el crítico interno que comienza su cantaleta con sus mensajes de no ser lo suficientemente buena.

Nunca se trata del evento inesperado. La próxima vez que surja algo, aunque sea pequeño, tan pronto como sientas la decepción o la molestia, pregúntate ‘¿por qué me siento o reacciono de esta manera?’ Continúa con esta línea de cuestionamiento hasta llegar a la causa raíz.

2) Trata el cambio como un experimento

¿Alguna vez has conocido a alguien de cualquier edad que siempre quiere comer lo mismo? He conocido a varios que van desde los 4 hasta los 50 años.

Cuando quiero convencer a mis primos pequeños o a los hijos de mis amigas para que prueben una comida diferente, les digo que vamos a jugar a ser críticos gastronómicos. Puede que los más chiquitos no sepan lo que es un crítico gastronómico, así que les explico. La clave aquí es que no hay presión para que les guste la comida. Ya que van a hablar de ella, no importa si les gusta o no. Y logro lo que quería en primer lugar: que prueben algo nuevo.

En mi camino para aumentar mi flexibilidad, me estoy volviendo más curiosa acerca de mí misma y de otras personas. Si necesito información de colegas en el trabajo, por ejemplo, puedo probar un nuevo enfoque cuando la solicite. O puedo experimentar con la reorganización de mis prioridades de otra manera una vez que llega una solicitud inesperada.

3) Prueba algo nuevo

Al perfeccionista que hay en mí le gusta el orden, los hábitos, las rutinas. Y el híper triunfador quiere abordar tantas tareas como sea posible en un tiempo determinado. Esta combinación no permite mucha flexibilidad.

Por esta razón, me propongo probar algo nuevo al menos cada mes. Puede ser algo pequeño como el café del mes o de la temporada, o algo más sustancial como leer filosofía o aprender alemán.

El objetivo es practicar la adaptación de mis pensamientos y emociones a una circunstancia nueva o modificada, así como salir de mi zona de confort.

“No es la más fuerte de las especies la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor responde al cambio.” Charles Darwin

Ser capaz de adaptarse a nuevas circunstancias, información y personas es ahora más importante que nunca. Los desafíos actuales a los que nos enfrentamos no son los mismos que teníamos hace diez años. La fuerza laboral está cambiando, y las personas están motivadas por otras cosas además del dinero cuando se trata de trabajar. Hay nueva información disponible todos los días que desafía nuestro conocimiento y comprensión actuales.

Como muchas cosas en la vida, no necesitamos adaptarnos a cada pequeño aspecto. Me concentro en ser flexible en lo que es más importante para mí, como mi carrera, mis relaciones y mi salud. Pedir el mismo café o sentarme en el mismo lugar en la oficina no me convierte en una persona inflexible.

Ha sido muy liberador sentirme cómoda cambiando de opinión considerando nueva evidencia, o al menos cuestionando mis suposiciones iniciales.

Para mi sorpresa descubrí que adaptar y flexionar mis músculos de flexibilidad (sí, juego de palabras), actuando como los juncos, es mucho más fácil que resistir y clavar los talones como el roble. Como se establece en el principio de iPEC, “hacer es trabajar, ser no requiere esfuerzo.”

¿Qué haces para ser más flexible? Por favor, déjanos saber en los comentarios.

Como coach de liderazgo, posibilito que el talento logre metas audaces con altos estándares. Mi misión es ayudar a mujeres poco representadas en la industria financiera en la transición de puestos de liderazgo de nivel medio a superior creando conciencia, aumentando la inteligencia emocional y revelando las herramientas y opciones disponibles para ellas.

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