El Poder del Diálogo Interno Positivo: Cómo Liberar Tu Potencial

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¿Cómo hablas contigo mismo/a sobre ti mismo/a cuando estás solo/a o con otras personas? ¿Te criticas constantemente incluso por los errores más pequeños? ¿O te das ánimo, una palmadita en la espalda o incluso una sonrisa frente al espejo (o tu cámara frontal)?

Las palabras importan y tienen mucho más poder del que pensamos. Cuando me digo a mí misma “te ves ridícula con ese vestido”, planto una pequeña semilla de dolor, que podría convertirse en otras cosas como “soy fea”, “no puedo hacer nada bien”, “no soy digna.”

Durante los últimos cinco años, he hecho un esfuerzo consciente por seleccionar mis palabras con cuidado, ya sea en mi diálogo interno o cuando hablo de experiencias con otras personas.

El lenguaje tiene el poder de transformar nuestros pensamientos, perspectivas y juicios.

Esto se vuelve particularmente crucial a medida que asumimos roles de liderazgo, ya sea en el trabajo, dentro de nuestras familias o en nuestras comunidades. El lenguaje que utilizamos no sólo refleja nuestra forma de pensar, sino que también tiene el potencial de inspirar cambios positivos y fomentar relaciones más saludables.

“Piensa dos veces antes de hablar, porque tus palabras e influencia plantarán la semilla del éxito o del fracaso en la mente de otra persona.” – Napoleon Hill, autor estadounidense

Las palabras articulan y forman nuestros pensamientos, perspectivas y juicios. Esto, a su vez, dicta cómo nos sentimos y, en consecuencia, cómo nos comportamos.

Por ejemplo, si me digo algo aparentemente inofensivo como “¿cómo puedes ser tan torpe? jajaja”, no sólo estoy expresando un punto de vista que tengo sobre mí misma, sino que también estoy reforzando la creencia (y el comportamiento) de que soy torpe.

A lo largo de nuestra vida recibimos todo tipo de mensajes que seguimos reforzando y que ya no sirven a nuestro crecimiento. Y luego nos preguntamos por qué nos sentimos estancados/as. Al no obtener el ascenso, nos decimos: “sabía que esto sucedería; nunca seré jefa de este departamento.”

El diálogo interno que elegimos consciente o inconscientemente puede hacer o deshacer lo que logramos en la vida. El diálogo interno negativo alimenta a nuestro gremlin, minimiza nuestros logros y nos mantiene en nuestra zona de confort.

El diálogo interno positivo, por otro lado, abre nuestra perspectiva a nuevas posibilidades, disminuye nuestro miedo y nos motiva a ir más allá de lo que pensábamos que éramos capaces de hacer o lograr.

“Cuida lo que te dices a ti mismo/a, es probable que lo creas.” Desconocido

Una expresión que escucho a menudo, y que uso más veces de las que quisiera, es “Quiero hacer X, pero no sé cómo.” “Quiero X, pero no puedo.” “Estoy intentando lograr X, pero es difícil.”

Reemplaza X con tus deseos, metas y sueños. Quiero tener mi propio negocio, pero no puedo. Quiero que me asciendan, pero no sé cómo. Estoy tratando de perder peso, pero es difícil.

En el momento en que decimos no puedo, no sé cómo, o lo intento, el detonante general en el proceso de pensamiento es que ya nos rendimos.

En su libro The Gift, la Dra. Edith Eger escribe intentar es mentir. O lo estás haciendo o no. Si dices “lo estoy intentando”, en realidad no tienes que hacerlo. Te liberaste del apuro. A menudo, cuando estamos estancados no es que no sepamos qué hacer. Es que tenemos miedo de no hacerlo lo suficientemente bien. Y cuando decimos “no puedo”, lo que en realidad estamos diciendo es “no quiero.”

“Las palabras importan. Y las palabras que más importan son las que te dices a ti mismo/a.” Desconocido

¿Cómo cambiamos el mensaje de un diálogo interno negativo y limitante a uno positivo y abundante?

1) Pregúntate: ¿usarías ese lenguaje con un/a amigo/a, colega o familiar?

Si la respuesta es no, entonces no uses ese lenguaje para ti mismo/a tampoco.

Imagina este escenario: estás disfrutando de un almuerzo con un compañero de trabajo quien accidentalmente tira un vaso de agua (o vino o cerveza) sobre la mesa. Lo más probable es que no le digas “¡qué torpe eres!” Al contrario, intentarías ofrecer consuelo diciendo “no te preocupes, fue un accidente.”

Trátate a ti mismo/a con la misma gracia y compasión.

De manera similar, cuando tu amiga te llama llorando porque su pareja terminó la relación, no le dices “qué lástima. Nadie te amará nunca más.”

Entonces, ¿por qué utilizamos a menudo palabras tan duras cuando nos encontramos en situaciones similares?

2) Deja de mentirte a ti mismo/a

Intentar es mentir. La próxima vez que tomes conciencia de que estás diciendo “Me estoy esforzando mucho en el trabajo” o “He estado intentando terminar este proyecto durante mucho tiempo”, detente y evalúa si realmente estás haciendo estas cosas o no.

Si no las estás haciendo, siente curiosidad y pregúntate por qué. Si las estás haciendo, cambia las palabras. Di “Estoy trabajando duro” o “He estado trabajando en este proyecto durante mucho tiempo.”

3) Reclama tu poder de querer y elegir

A menos que exista un impedimento real, cuando decimos “no puedo”, en realidad significa “no quiero.” Como adultos, los obstáculos reales son la excepción y no la regla.

Toma conciencia de las veces que dices “no puedo.” ¿Qué exactamente te lo impide? ¿Estás realmente lesionado y no puedes hacer ejercicio, por ejemplo? ¿O es cuestión de no haber tomado la decisión de levantarte del sofá y salir a caminar?

Otra variante es cuando nos decimos “no sé lo que quiero.” Estoy dispuesta a apostar mi salario a que sabes lo que quieres, pero podría ser algo intimidante para ti y/o no coincidir con las expectativas de ciertas personas de tu círculo.

Cuando me sorprendo en esta narrativa de “no sé lo que quiero”, hago una pausa, respiro profundamente y digo lo que quiero. En ese momento, mi forma de pensar pasa de la impotencia a tener el control, donde elijo activamente mis acciones y el momento adecuado para cada una.

4) Añade la palabra “todavía”

La próxima vez que te sorprendas diciendo “no sé cómo”, agrega la palabra “todavía”. Quiero tener mi propio negocio, pero no sé cómo… todavía.

He estado usando esta técnica con frecuencia durante algunos años y ha mejorado por completo mi proceso de pensamiento, mis niveles de ansiedad y mi comportamiento. En el momento en que agrego la palabra “todavía”, inmediatamente cambio de una mentalidad fija a una de crecimiento.

La realidad es que, en la mayoría de los casos, sabemos qué hay que hacer, dónde encontrar información y a quién pedir orientación. A estas alturas, tenemos una comprensión clara de nuestros métodos de aprendizaje preferidos, ya sea viendo videos, experiencia práctica o leyendo libros y artículos.

“Lo único que puede interponerse en tu camino eres ¡TÚ! Si crees que puedes, lo harás. Si crees que no puedes, también tienes razón.” – Sanchita Pandey, del libro Lessons from My Garden

Una cosa más antes de irte

Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo con nosotros/as mismos/as, razón por la cual lo que nos decimos es importante.

Reprendernos constantemente puede generar sentimientos de impotencia, frustración o ira. Pero si escuchamos de nosotros/as mismos/as palabras de inspiración y abundancia, sentiremos que podemos conquistar el mundo, aunque haya algo de miedo.

Las palabras tienen el poder de elevarnos o destruirnos. Un comentario aparentemente “inocente” como “soy tan torpe” puede desenredar una espiral que finalmente conduce a “no soy digna.” Para evitarlo, es importante recuperarnos lo más rápido posible y practicar la autocompasión.

Con la práctica constante, podemos transformar nuestro diálogo interno de destructivo a edificante. A medida que hacemos este cambio, nuestros pensamientos, perspectivas, sentimientos y comportamientos automáticamente se alinean. Por eso el diálogo interno es importante.

Te invito a experimentar con una de las sugerencias en este artículo durante unos días y observar qué sucede.

¿Qué otros consejos tienes para cambiar tu diálogo interno negativo? Por favor, déjanos saber en los comentarios.

Como coach de liderazgo, posibilito que el talento logre metas audaces con altos estándares. Mi misión es empoderar a mujeres poco representadas en la industria financiera en la transición de puestos de liderazgo de nivel medio a superior ejercitando la mente para lograr el máximo rendimiento, paz mental y mejores relaciones.

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