Las Ventajas del Síndrome del Impostor: Cómo Puede Impulsar el Crecimiento Personal

¿Alguna vez has sentido que no eres tan capaz como la gente piensa que eres? ¿Que en cualquier momento se enterarán de que tomaron la decisión equivocada al ascenderte o contratarte? ¿Y debido a que tienes demasiado miedo de esta posibilidad, lo compensas en exceso haciendo más y más y más hasta el punto de agotamiento o burnout?

Sí a los tres. Estuve allí, hice eso, tengo la camiseta, la foto y el souvenir. Estas son las señales de que estamos sufriendo el síndrome del impostor.

La primera vez que me sentí como una impostora fue la primera vez que dirigí personas oficialmente. Yo tenía veintiún años y la persona más joven de mis reportes directos era diez años mayor que yo.

Para crédito de todos, incluyéndome a mí misma, nadie me dijo nunca a la cara que yo era demasiado joven para tener ese trabajo. No creo haber sentido conscientemente el síndrome del impostor, pero mirando hacia atrás puedo ver algunas de las señales ahora. Después de todo, tenía veintiún años y estoy segura de que los sentimientos de ser una impostora fueron contrarrestados con el exceso de confianza que muchas tenemos a esa edad.

El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico en el que un individuo duda de sus logros, creyendo que son el resultado de la suerte o el azar en lugar de sus propias habilidades.

No está claro por qué sufrimos el síndrome del impostor. En este artículo, los autores plantean algunas teorías como preparar a la persona para luchar, huir o retirarse de una amenaza.

Mi teoría es que el síndrome del impostor, si se deja a su suerte, podría evitar que seamos la excepción. Si somos como todo el mundo, aseguramos nuestro lugar en la tribu, por lo que estamos a salvo. Nuestro cerebro primitivo equipara el no tener tribu con la muerte. Por esta razón, no podemos convertirnos en la excepción y correr el riesgo de ser expulsados/as de la tribu, una sentencia de muerte. El impostor asegura nuestra supervivencia jugando a lo seguro y manteniéndonos en el carril del medio.

En este momento de mi vida y de mi carrera, he llegado a aceptar que el impostor asomará su fea cabeza. La buena noticia es que ahora tengo herramientas para administrarlo, disminuir o incluso eliminar su mensaje y reconocerlo tan pronto como lo escucho acercándose a la entrada.

En su libro Think Again, Adam Grant sugiere que usemos el síndrome del impostor como combustible en lugar de sufrirlo. Me encanta esta idea. Si vamos a soportarlo de todos modos, también podríamos aprovecharlo.

He aquí las tres ventajas que propone el autor del síndrome del impostor.

1) Trabajamos más duro

Debido a que no confiamos en nuestras propias habilidades, lo compensamos en exceso trabajando más duro que nuestros colegas. Verificamos tres veces el informe antes de enviarlo, nos preparamos durante horas para esa presentación de quince minutos a la directora general.

Nunca improvisamos nada. No hacemos nada de manera superficial.

En general, esto es algo bueno. Soy una gran defensora de hacer lo mejor posible, apuntarle a la excelencia y convertirme en la excepción.

Sin embargo, seamos conscientes del lado oscuro que podría ocasionar agotamiento porque no sabemos dónde ni cuándo parar, y ponemos en peligro nuestra propia salud mental, física y emocional.

2) Trabajamos más inteligentemente

Como creemos que es posible que no ganemos este partido, tenemos más libertad para repensar nuestra estrategia. No tenemos nada (más) que perder, así que podemos explorar otras alternativas.

La otra cara de la moneda es que como trabajamos más duro, queremos maximizar nuestro tiempo, por lo que debemos encontrar formas de acomodar más rocas grandes en nuestro jarrón.

En ese proceso, comenzamos a cuestionar ciertos paradigmas, métodos, tareas en nuestra lista, etc.

¿Qué actividades podríamos automatizar, combinar o centralizar?

3) Nos convertimos en mejores aprendices

El síndrome del impostor impacta directamente nuestra autoconfianza y nivel de conocimiento y experiencia. Nos baja los humos.

Demasiada experiencia y confianza en nuestras propias habilidades podría volvernos complacientes: dejamos de aprender, crecer y relacionarnos con los/as demás de manera colaborativa.

Entonces, comenzamos a aprender o a re-aprender. Nos comunicamos con otras personas para conocer sus puntos de vista.

Es un ganar-ganar por todos lados. Aprendemos, nos conectamos con otras personas. Y debido a que buscamos su ayuda y aportes, nos ganamos su respeto y se nos considera más seguros/as y con más experiencia, lo que podría reducir potencialmente los efectos del síndrome del impostor.

“El síndrome del impostor. Lo conozco bien. Dentro de cada profesional seguro de sí mismo vive un neurótico asustado que reza para poder tener éxito de alguna manera antes de que sus clientes descubran el fraude. Es el secreto que nos impulsa a todos.” Richard North Patterson, escritor de ficción, abogado y comentarista político estadounidense

Una cosa más antes de irte

Experimentar el síndrome del impostor es bastante normal. La mayoría de las personas lo padecerán al menos una vez en la vida.

No somos extraños/as ni absurdos/as. Sólo seres humanos con potencial y deseo de autorrealización experimentando una vida plena.

La buena noticia es que experimentar el síndrome del impostor se puede convertir en un regalo y una oportunidad. Con la práctica, podemos aprender a superarlo y minimizar significativamente su mensaje e impacto.

La próxima vez que sientas que el síndrome del impostor se está apoderando de ti, no resistas y aprovecha las ventajas que trae consigo.

Presta atención a los síntomas de llevar demasiado lejos las ventajas del síndrome. La salud es uno de los activos más importantes que tenemos.

Sé consciente de tus propias emociones, actitudes y estados de ánimo. Desafía el diálogo interno negativo. Compárate solamente con la versión anterior de ti mismo/a: cómo has mejorado desde ayer, la semana pasada, el año pasado. El camino y las circunstancias de cada persona son únicos, por lo que compararnos con los demás es una completa pérdida de tiempo y energía.

Celebra los resultados sin importar su tamaño o si fueron los que esperabas o no. Todos son bienvenidos y considerados exitosos: te enseñarán algo que no sabías antes.

¿De qué otra manera puedes aprovechar el síndrome del impostor? Por favor, déjanos saber en los comentarios.

Como coach de liderazgo, posibilito que el talento logre metas audaces con altos estándares. Mi misión es empoderar a mujeres poco representadas en la industria financiera en la transición de puestos de liderazgo de nivel medio a superior ejercitando la mente para lograr el máximo rendimiento, paz mental y mejores relaciones.

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