Todas las Experiencias Son Oportunidades de Crecimiento

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Hace un par de semanas terminé de releer El Alquimista de Paulo Coelho. Cada vez que leo este libro, lo encuentro aún más hermoso, y siempre interiorizo algo diferente y más profundo.

El libro trata del viaje de Santiago desde España a Egipto y cómo cada evento le brinda una experiencia específica necesaria para la siguiente etapa de su jornada. Muchos de los eventos podrían catalogarse inicialmente como ‘malos’ (pierde su dinero más de una vez, lo golpean, lo engañan, etc.), pero en retrospectiva fueron absolutamente necesarios para su crecimiento.

“No soy lo que me pasó, soy lo que elijo ser.” Carl Gustav Jung, psiquiatra suizo

La creencia popular nos hace pensar que nadie aprende de la experiencia ajena. Yo diría que podemos entrenarnos para al menos preguntarnos cuál es la lección.

Hace unos años, una de mis amigas estaba pasando por una mala racha. Las cosas en el trabajo no eran óptimas, la relación con su familia era desafiante y todo ese estrés estaba afectando su salud.

Como su amiga cercana, a veces fui un corazón con oídos, otras una caja de resonancia (sounding board) y una compañera para hacer lluvia de ideas más de una vez. A través de su experiencia llegué a saber cosas sobre mí misma que de otro modo no habría descubierto. Esta fue otra fuente de información, como tener varios libros y publicaciones para escribir un artículo profesional o científico.

Cuando fue mi turno de pasar por una mala racha, recordé cómo ella manejó la suya. Copié algunas de las ‘mejores prácticas’ e hice lo mejor que pude para evitar las reacciones improductivas.

Muchas veces nos sentimos impotentes cuando alguien que nos importa está pasando por momentos difíciles.

Algunos/as de nosotros/as entramos en modo de resolución de problemas de inmediato. Comprensiblemente, queremos eliminar el dolor y recuperar el control de una situación que está fuera de nuestro control.

Otras personas deciden permanecer fuera del círculo de la ‘mala suerte’ pero aún quieren brindar algún consuelo. Entonces, usan clichés como ‘lo superarás, eres una de las personas más fuertes que conozco’. ‘Eres una diosa, te quiero.’ ‘Esta es la voluntad de Dios, y Él tiene el control, mantén tu fe.’ Ya estoy volteando los ojos.

A veces pienso que una de las razones por las que las personas no se acercan a sus amistades y familiares en momentos de necesidad es para evitar escuchar estos clichés que son bien intencionados y también vacíos y superficiales.

¿Cómo ayudamos a otra persona a ver el regalo y la oportunidad en la situación que enfrenta?

Primero, buscamos entender dónde está la persona. No todo el mundo está listo en un momento específico para comenzar a ver el crecimiento y la oportunidad. A veces la gente solo quiere o necesita desahogarse. Para sacarlo de adentro, con suerte, en un espacio seguro.

Mi papel en esa situación es brindar esa seguridad psicológica sin juzgar, sin tratar de arreglar nada y sin recurrir a los clichés que mencioné antes.

También traigo mi honestidad. Si la situación apesta, apesta. ¿Por qué llamarla de otra manera para suavizar el golpe? Hago mi mejor esfuerzo para no echar leña al fuego ni caer en la espiral de encompincharme y juzgar a las personas involucradas y/o la situación.

Si la persona está en un lugar diferente y hay una pequeña apertura, podemos probar otras herramientas para permitirle descubrir la oportunidad de crecimiento.

Nota que usé la palabra descubrir en lugar de mostrar. Lo que veo como oportunidades de crecimiento puede no ser lo que ve la otra persona.

Debido a que tenemos diversas perspectivas y estamos en diferentes fases de nuestra vida, lo que necesito o estoy lista para aprender puede no ser lo que la otra persona necesita o está lista para aprender.

Así es como funciona

Digamos que Sandy no es feliz en el trabajo.

En nuestra conversación le pregunto, ‘Cuando piensas en volver a trabajar el lunes, ¿qué te viene a la mente?’ Una de las respuestas de Sandy podría ser ‘¡Argh! ¡Ir a ese lugar otra vez! No quiero ver a John; ¡no puedo con él!

Frecuentemente uso el cuerpo como un barómetro para describir los sentimientos que trae una situación específica. Mi próxima pregunta sería ‘Cuando piensas en volver al trabajo el lunes y en probablemente ver a John allí, ¿qué sientes en tu cuerpo?’

Sandy podría decir ‘Me estreso. Siento que algo me oprime el pecho, la temperatura de mi cuerpo sube, mi corazón late más rápido.’

Las sensaciones físicas tienden a ser más fáciles de describir que las emociones. Esto, a su vez, facilita que alguien explique cómo le afecta la situación y sus pensamientos al respecto.

Mi siguiente pregunta sería, entonces, ‘¿Qué haces cuando piensas en probablemente ver a John en el trabajo y te sientes estresada?’

Ella podría contestar ‘Estoy constantemente al acecho; una vez que siento que está cerca, me escondo en el baño.’

En ese momento, Sandy comienza a conectar sus acciones con su perspectiva (lo que piensa sobre la situación).

Respira profundo. ¡Es hora de canalizar nuestro Ross interior y ¡girar!

Una vez que Sandy está más tranquila, le pido que se imagine un pensamiento diferente, fortalecedor, anabólico o sabio aunque no lo crea en ese momento.

Sandy podría decir ‘Me gusta ir a la oficina porque mi amiga Karen también está allí y trabajamos juntas en proyectos interesantes.’

Ahora comienza a aparecer algo.

Yo continuaría con ‘¿Qué sientes en tu cuerpo cuando piensas en Karen y en los proyectos en los que están trabajando?’

Sandy respondería ‘Me siento feliz. Sonrío, estoy relajada y llena de energía al mismo tiempo. Ella me hace reír.’ (Sandy incluso sonríe).

Mi próxima pregunta sería ‘Entonces, cuando piensas en los proyectos en los que estás trabajando con Karen y te sientes relajada y llena de energía, ¿qué acción tomarías o no tomarías?’

Sandy diría ‘Puedo dejar de estar pendiente de John; no dejaré que me arruine un buen día.’

¡Mic drop!

Una cosa más antes de irte

Absolutamente todo en la vida es una experiencia que necesitamos porque usaremos esa lección ahora o más tarde para otra cosa. Puede que no nos guste y eso está bien. Cuanto menos lo resistamos, antes encontraremos las lecciones, las procesaremos y continuaremos nuestro viaje.

Mientras atravesamos el desafío e incluso después, cuando estemos tirados/as en el consabido suelo sucios/as, ensangrentados/as y con la satisfacción de haberlo dado todo, es posible que aún no veamos la lección. Tal vez no la captemos durante días, semanas, meses o incluso años.

La lección puede ser para alguien cercano a nosotros/as, y necesitábamos dar el ejemplo. No importa. Si prestamos atención a las señales, llegaremos a comprender lo que significan para nosotros/as en la etapa de vida específica en la que nos encontramos.

En el proceso de crecer y aprender de nuestras propias experiencias, prestemos atención a la experiencia de las personas que nos rodean. Podemos ser un conducto para ayudarles a encontrar la oportunidad de crecimiento en su hora de necesidad.

¿Cómo una situación desafiante te ayudó a crecer? Por favor, déjanos saber en los comentarios.

Como coach de liderazgo, posibilito que el talento logre metas audaces con altos estándares. Mi misión es empoderar a mujeres poco representadas en la industria financiera en la transición de puestos de liderazgo de nivel medio a superior ejercitando la mente para lograr el máximo rendimiento, paz mental y mejores relaciones.

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